Árboles en peligro
- Matías López de Briñas
- 1 nov 2021
- 2 Min. de lectura
COLUMNA DE OPINIÓN
Hago un humilde llamado a la reflexión a nuestros vecinos de Hurlingham: desde hace ya varios años noto la forma en que el arbolado público de la ciudad se deteriora cada día un poco más, sumado a podas que realizan las autoridades que tampoco ayudan. Siempre digo que la mejor poda es la que no se realiza, ya que los árboles se terminan dañando y deteriorando por podas mal hechas.
En teoría la poda se debe hacer cuando el árbol está enfermo o está por caerse. Lo mismo cuando alguna rama tapa una luminaria o incluso, si sus raíces levantan alguna vereda.
En tanto, también hay casos excepcionales, por ejemplo si alguien por alguna razón específica no quiere un árbol en su vereda o por cuestiones de seguridad para que las luminarias de la calle iluminen totalmente una cuadra. Pero explicado esto, estas razones deben ser la excepción y no la regla. Como vecino hurlinghense, noto que no hay un criterio al realizar dichas podas y tampoco que haya personal especializado en la temática a cargo de esos operativos.
Si bien no es algo propio de Hurlingham, ya que también pasa en municipios vecinos y lejanos, no es algo positivo y ruego que reflexionemos como ciudadanos en que estamos fallando para el futuro y las generaciones que vienen.
Una ciudad verde y arbolada trae numerosos beneficios al medio ambiente y la salud de todos. Respiramos mejor ya que proporcionan oxígeno, la calidad del aire es otra, en verano hace menos calor, ahorran agua y a la vez, podemos disfrutar de la compañía de pájaros que son un deleite para nuestros ojos y oídos con sus cantos.
Cuando un árbol es mutilado, desmochado, esos pájaros no tienen donde asentarse. Y cuando perdemos eso, estamos perdiendo parte de la identidad que siempre nos identificó como ciudad.
Como comenté anteriormente, los beneficios no son sólo medioambientales, sino también estéticos, ya que en otoño disfrutar de la caída de hojas de color amarillo y naranja son todo un espectáculo, en verano con sus colores verdes son otro deleite, mientras que en invierno el esqueleto de sus ramas le dan un aspecto peculiar y a la vez, bello.
Disfruto la naturaleza y la belleza de nuestros árboles, es por eso que abogo porque podamos entender las consecuencias que tiene una poda mal hecha, y en el caso más drástico, una mutilación, donde ahí el daño ya es muy difícil de revertir, dado que el árbol no sólo queda deforme, sino que difícilmente vuelva a crecer de manera sana, sumado a las heridas con las que queda, donde es factible que por medio de hongos que aparezcan se empiece a pudrir.
Cuando se mutila un árbol, este nunca tendrá la forma natural que debía tener, ya que queda modificado y es irreversible. Por otro lado, queda más débil y pierde equilibrio, dado que perdió más del 50% de su tamaño, lo que provoca que cuando haya un temporal, pueda caerse con el riesgo que eso implica.
En los últimos años, noté todo lo que comento: árbol intervenido, árbol que perdió su gracia y brillo.
Cuidemos los árboles y plantemos cada día más, ya que son una forma de combatir el cambio climático, ese mi mayor deseo para las ¡futuras generaciones!

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