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Crónicas de un trágico 2012

  • Foto del escritor: Matías López de Briñas
    Matías López de Briñas
  • 1 nov 2021
  • 5 Min. de lectura

Autor: Matías López de Briñas

Tornado de abril de 2012. El Oeste quiere volver a sonreír

Los vecinos de Ituzaingó confían en que la ciudad vuelva a la normalidad, junto con la ayuda del Municipio para refaccionar las casas dañadas

Perder todo en 25 minutos, es algo que muchos vecinos de la zona oeste del Gran Buenos Aires, vivieron en carne propia el pasado 5 de abril. Quienes viven en los municipios bonaerenses de Ituzaingó, Morón, Castelar, San Antonio de Padua, Merlo y Moreno, fueron los principales afectados de fuertes vientos (algunos lo calificaron de tornado, y con razón) que arrasaron con todo lo que había en pie.

Años de trabajo y sacrificio, que por orden y convicción de la naturaleza fueron destruidos en cuestión de segundos. Árboles añejos, con más de 50 años de antigüedad, arrancados de las veredas, plazas y avenidas; comercios con sus vidriados destrozados; numerosas casas sin techo, y un espacio público que se asimilaba al de una película de ciencia ficción.

Marisa Sagolpa, una vecina ituzainguense de 54 años, muy dolida por la situación vivida, comentó que “todo fue un desastre, con mi marido estuvimos ahorrando peso por peso, para poder terminar la casa y un viento de estos, nos arruinó la vida. Te soy sincera, nos arruinó completamente, porque ahora no tenemos mucha plata para los arreglos. Hubieras visto lo que fue la calle nuestra ese día, estaba toda Perez Quintana venida abajo. Desde la Municipalidad nos vinieron a ayudar, pero todo va a llevar mucho tiempo. Yo le estoy pidiendo ayuda a mis familiares, porque muchos muebles se mojaron y mis hijos son los que más sufren con todo esto”. Sin dudas, un lamentable momento está viviendo Marisa, pero difícilmente sea la única.

El día del temporal, muchas mujeres pedían ayuda a los gritos, los postes de electricidad se habían caído, y el 80 por ciento de Ituzaingó no tenía luz eléctrica, menos aún el servicio de agua corriente. Otras, sacaron el pecho y fueron a tratar de ayudar a sus otros vecinos del barrio.

Una de esas valientes mujeres, era Mirta Panozzo, que a pesar de las fuertes lluvias, salió de su casa, en la calle Olavarría, para tratar de ayudar a los otros damnificados. “No me voy a olvidar nunca de esa noche, ni bien paró de llover fuerte, salí a la calle, y le decía a la vecina de al lado, que parara de gritar, que ya iban a venir los Bomberos, que se quedara tranquila, que no la íbamos a dejar sola. Era tan fuerte la situación, que parecía que nos moríamos todos”.

Escuchar los relatos de Marisa y Mirta, no sólo es sentir historias de vida, que estuvieron marcadas por el fuego de la crisis del temporal, sino la forma en como enfrentaron los momentos de angustia. Algunos devastados por los destrozos y preocupados en como afrontarían los futuros gastos, y otros, más afortunados, ayudando a sus otros vecinos, sus amigos del barrio.

Muchos árboles fueron arrancados del suelo, y las ramas desperdigadas por todas las calles y en todos los barrios del Partido; el hospital municipal que no daba abasto con su atención en la Guardia, y numerosas cuadrillas del Municipio arreglando el espacio público dañado. La construcción del nuevo Palacio municipal, con los techos volados; semáforos que no funcionaban y escuelas sin techos e inundadas.

Victor Iruspe, que trabaja en la empresa de recolección de residuos Urbanica, que tiene jurisdicción en Ituzaingó, comentó que “fue muy feo todo, yo ese día, me habían ordenado la limpieza de calles y cordones en Ituzaingó Norte, pero cuando se puso a llover muy fuerte, tuve que parar y meterme en el depósito de la Municipalidad ahí en (la avenida) Ratti, no se podía estar afuera, yo sinceramente, tenía miedo que me pase algo. A los 40 minutos, cuando paró un poco, salí a ayudar con las otras cuadrillas. Tuve mucho miedo y pensé en mi familia, porque ellos viven en (el barrio) San Alberto y ahí fue igual de destructivo el tornado. Pero la sacamos barata porque solo nos rompió unos árboles que teníamos al fondo, pero mis otros vecinos, perdieron el techo, hasta el noticiero de Canal 9 fue”.

Héctor Iturralde, dueño de la casa de pastas Tío Due, en pleno centro ituzainguense, se sincera: “la cantidad de vidrios que levanté del local fue increíble. A los dos días, de mi bolsillo tuve que mandar a hacer los nuevos vidrios, porque tenía el local lisa y llanamente devastado. Perdí mucha plata con esto, no puedo echarle la culpa a la Municipalidad, porque vi que laburaron bien, pero los comerciantes no somos ricos, y la ayuda que ellos ofrecían a algunos vecinos también la podríamos recibir nosotros”.

Alfredo Gómez, encargado del café Bonafide, se lo ve preocupado en su relato… “después del temporal, estuvimos con el local cerrado más de una semana, ya que se había roto toda la mampostería, los vidrios y parte interna del local, ya que el viento había volado todo. El problema, si bien era material, tuvo un efecto muy económico para nosotros, porque esa semana y media que no estuvimos atendiendo, el dueño nos dijo que no nos va a pagar lo que nos corresponde. Sinceramente es entendible, fue de fuerza mayor lo que ocurrió en Ituzaingó, pero ahí te das cuenta como nos afecto económicamente a todos. Yo tengo una nena de 2 (años) y a fin de mes tengo que llevar mi sueldo, y esa plata, es mucha para mi”.

Yanina Rosales, que trabaja junto a Alfredo en el local, se sumó a la charla y comentó: “el día después, tuvimos que sacar hasta pedazos de ramas desde adentro del negocio, muchas bolsas de café que teníamos en el piso, que nos trae en la semana el proveedor, se mojó y obviamente se arruinó. Fue bastante jodido todo. Yo que vivo en el barrio Aeronáutico, también fue un lío todo, no podía salir de mi casa casi, olvidate andar en auto por ahí, estaba lleno de árboles por todos lados y daba miedo. Y se de barrios que ante la falta de luz, se habían convertido en una boca de lobo, pero a los días, habían mandado gendarmes, así que estuvimos más tranquilos. Pero espero que nunca más pase algo así, ni a mi peor enemigo se lo desearía”.

El tornado que sufrió Ituzaingó está lleno de historias, tristes pero a la vez esperanzadoras. La destrucción que vivió Marisa junto a su marido en su hogar, es movilizante, pero a la vez, actitudes como las de Mirta son una puerta a un futuro mejor. Son sentimientos de valentía, coraje y solidaridad vecinal. Es digno de ver y apreciar.

Un trabajo en equipo que dio sus frutos, desde el Municipio y los servicios sociales, con héroes incluidos como Victor, que aún sabiendo que su familia estaba en problemas en otro barrio, ejerció su labor con profesionalidad.

Dicen que en momentos difíciles es cuando se ven las verdaderas actitudes de las personas, si nos basáramos en dicha premisa, la ciudad de Ituzaingó seguramente tiene más de 160.000 valientes y solidarios vecinos.




 
 
 

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